Pegando cristales rotos...

A todos aquellos que leyeron la entrada "El día en que vivir empezó a doler..." tal vez entiendan esta nueva entrada, digamos que es una continuación de lo que en aquel entonces empezó a doler.
Pasa el tiempo y cuando ves que algo no cesa de doler, por sentido común acudirás al médico ¿no?
Pues ese dolor no cesaba y sinceramente no era plan de seguir así, bueno, no se debía seguir así. Lo que ocurre es que los dolores que vienen del interior cuesta mucho descifrarlos, a veces lo achacas a unas razones pero luego resultan ser otras, o más bien un compendio de todo.
Y es que a cierta edad todos ya tenemos una vida, una historia, una mochila repleta de vivencias (algunas buenas, otras no tanto, fracasos, alegrías, decepciones...) ¡Y es qué la vida va de esto!
Todo dolía demasiado, la vida ya no era una cuesta arriba, sino más bien una vertical, así que o la escalas o te vas abajo. Decidí escalar, por supuesto.
Era el momento de pasar a la acción, de poner remedio, de hacer cambios, de buscar una cura a ese dolor. Pero claro, los cambios ni los progresos nunca se consiguen de 0 a 100 o en un pis pas.
Han pasado ya unos cuantos meses, a este paso casi llegaré al año desde que empezó a doler y aunque mis avances van a ritmo de tortuga, no dejan de ser avances y eso hay que metérselo mucho en la cabeza.
Pero también a la contra ves que esto no es tan fácil, y que hay días que avanzas 2 pasos y luego de golpe te caes 10 abajo, pero no pasa nada, hay que levantarse y a fin al cabo forma parte del proceso pero aún así no puedo evitar mi impaciencia.
La vida va cambiando, es un avance y todo parece ir deprisa a excepción de algunas cosas.
El dolor va a días, otros días ya no es tan intenso, hay días que no hay dolor. ¡Maravilloso y premio para mi!
Sin embargo la mente y los pensamientos a veces son traicioneros y juegan malas pasadas pero luego sabes que toca volver a poner todo en orden (me refiero a la mente y pensamientos). Y te dices: ¡Cómo cansa esto! ¡Pensaba que sería más fácil, más rápido! Pues no amiga...
Ahora es cuando entra esa fase en la que pegas los cristales rotos, que por muy bien pegados que estén, la apariencia no es perfecta y todavía sigue existiendo la fragilidad.
Ahora es cuando entra esa fase en la que aprendes a fingir que estas bien pero justamente llevas un día torcido. Extraña hipocresía, pero en el fondo lo haces para no generar preocupación.
Pero también entra esa fase en la que cuando estas bien simplemente lo que quieres es VIVIR.
En breve me encantaría aprender esa fase en la que poder olvidar muchas cosas, vivencias y personas. Mientras, la vida sigue...
Un abrazo virtual estimados reflexivos/as.