El día en que vivir empezó a doler...

17.12.2023

La vida de las personas son ciclos, la vida es eso. Naces, creces, aprendes a sobrevivir, después llega el tiempo para vivir la vida y después el c'est fini (la muerte).

En los últimos años se ha estado empleando un término llamado resiliencia, algo sobrevalorado para mi gusto, pero que a la vez es importante sostenerlo a lo largo de nuestras vidas pues nos da esa fortaleza necesaria para salir adelante ante cualquier tipo de adversidad.

Me considero resiliente por todo lo vivido a lo largo de mi vida hasta que un día de este pasado verano dejé de sentir esa fuerza que siempre me ayudaba a seguir adelante. Ya no era resiliente, no sentí la fuerza ni la fortaleza y pasé a convertirme en un ser vulnerable, ansioso y atrapado en un pánico que me anuló totalmente.

¿Razones de este cambio? Pues no entraré en detalles, pero sólo puedo decir que hubo un día sin previo aviso, en un momento y lugar en el que el interruptor de mi motor vital se paró. Desde entonces perdí la fuerza, la resiliencia, adquirí sensaciones como miedo, el temor a fallar, angustia, caos, incertidumbre y todo esto añadido a un gran cansancio físico y emocional que sinceramente me estaba dejando exhausta.

Un cúmulo de sensaciones que me tocaron la salud, el ánimo y el corazón.

Pero ante todo este melodrama, quedaba un pequeño cartucho de fuerza que invertí en sacar adelante a mi hijo, ayudar en lo que podía a mi madre, que aún sintiéndolo mucho había días que no podía ayudar ni hacer nada pues no me aguantaba ni a mi misma, y por supuesto en ningún momento dejar de trabajar, siempre cumpliendo y al pie del cañón aunque estuviese para el arrastre literalmente hablando. Pero olvidé algo por el camino: YO MISMA. Olvidé la búsqueda de la paz interior, olvidé el autocuidado por dentro y por fuera, olvidé mi vida...

A día de hoy todavía sigo con esa lucha, pues me aferro a la vida, pero mientras he de seguir batallando para romper con todo lo que me impide avanzar.

Pero no todo es negativo, pues me quedo con las cosas buenas que me han llegado, me quedo con las personas que están ahí, a mi lado y que se han convertido en un apoyo valioso, me quedo con las que han desaparecido de mi vida, con o sin razón, pero que me han servido de gran aprendizaje y de lección de vida, y me quedo con el recuerdo de la persona que ya no esta, que sufrió en solitario porque nunca recibió la ayuda y el acompañamiento que tanto ansió.

Reflexión de vida: Quiérete ante todo y así podrás querer a los demás de la forma más auténtica. Agradece por despertar todos los días, por estar ahí, por los logros conseguidos e incluso agradece las decepciones, porque te aseguro que son el mayor aprendizaje y fortaleza.

SI NO APORTA, APARTA.

QUÉDATE CON LO QUE SUME EN TU VIDA, PERO NO OLVIDES SUMAR A QUIENES LO HACEN POR TI, PUES DE LO CONTRARIO CAERÍAS EN UN EGOISMO FEO E INJUSTO.

NO TE RINDAS, POR MUY NEGRO QUE SE VEA EL CAMINO, SIEMPRE HABRÁ ALGUNA RAZÓN POR PEQUEÑA QUE SEA PARA AFERRARSE A LA VIDA.